Por Orlando Acosta Patiño
Para entender el presente del Canal de Panamá es necesario conocer su pasado. En el caso del agua, el tema tiene un interesante recorrido, desde los derechos de uso a perpetuidad de ríos, riachuelos, lagos y otras masas de agua para el Canal (1903, Tratado Buneau Varilla) hasta la administración, manejo, uso y conservación del recurso hídrico en la cuenca del Canal de Panamá (ACP, Ley 19 de junio de 1997).
Gravitan procesos globales de un mundo más urbano, con factores como cambios de los centros de comercio mundial, calentamiento global y variabilidad hídrica, esto último, específicamente, viene afectando la responsabilidad del Canal en materia de gestión del recurso para el consumo humano, la navegación y garantizar la sostenibilidadde los aportes económicos que el Canal entrega a la nación panameña.
¿Qué nos dice la historia?
En los primeros años del siglo XX, la empresa del Canal, por derechos que otorgó el Tratado de 1903, se encargó, entre otras actividades, de la construcción de los sistemas de alcantarillados y acueductos para las ciudades de Panamá y Colón.
El resultado fue la construcción de plantas de producción de agua y sistemas de saneamiento. Esto incluye las plantas potabilizadoras de Miraflores, en Panamá, y de Monte Esperanza, en Colón, así como su antecesora de Agua Clara, que se constituyeron en las más avanzadas de la región.
Las condiciones ambientales y de salud de la población de las ciudades terminales, mejoraron de manera cualitativa permitiendo, incluso, que concluyera la gran obra de ingeniería hidráulica que fue el Canal de Panamá. La Comisión del Canal operó las plantas de potabilización de Miraflores y Monte Esperanza durante todo el siglo XX hasta el año de 1999, cuando fueron transferidas a la Autoridad del Canal de Panamá.
El Tratado del Canal de Panamá es firmado en 1977, después de décadas de una lucha social que termina con la firma de un acuerdo internacional que levanta los límites de la antigua Zona del Canal y determina la incorporación de tierras, aguas e instalaciones a la República de Panamá.
El Tratado, además, dispone que el funcionamiento del Canal y el Canal mismo deben ser devueltos a la República de Panamá para su control y manejo. Este proceso de ejecución del Tratado inicia en 1979 con un cronograma que establece la incorporación de bienes, tierras e instalaciones a la nación. No hay cambios con respecto al tema administrativo del recurso hídrico, más allá del manejo de la información hidrometeorológica y las disposiciones de la cota operativa de sus lagos para el adecuado funcionamiento de la vía.
Durante la última década del siglo XX, posterior a la invasión en el año 1989, surge en la sociedad panameña legítima preocupación sobre el criterio bajo el cual los panameños administraban y asignaban usos a las instalaciones, edificios y tierras bajo la ejecución del Tratado del Canal.
El entonces gobierno del presidente Guillermo Endara, bajo el liderazgo de J.J. Vallarino, convocó a una Comisión Presidencial para Asuntos del Canal para reflexionar sobre el tema. La discusión puso en evidencia algunos temas relevantes que son llevados posteriormente a un consejo nacional, bajo el nombre de encuentros Coronado y Bambito.
En estas reuniones, los partidos políticos y la sociedad civil acordaron la creación de la Autoridad de la Región Interoceánica (ARI) para administrar los bienes revertidos y de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para la administración del Canal. Al Canal de Panamá se le otorga un rango constitucional, con tareas y funciones específicas para garantizar el funcionamiento y operación del Canal.
Se abre un nuevo momento para el Canal y el agua. Desde entonces, al Canal de Panamá se le otorgó la responsabilidad de la administración, manejo, uso, conservación del recurso hídrico en la cuenca del Canal de Panamá, con una prioridad para el abastecimiento de la población urbana y la operación del Canal.
En este contexto temporal aparece formulado por la ARI, el primer instrumento de ordenamiento territorial que tiene como conceptos claves, desde una visión territorial, la conservación del agua.
El Canal debe administrar agua para el consumo humano y la navegación con arreglos de una estrategia territorial que coadyuve a la producción de agua.
El Plan Regional para el Desarrollo de la Región Interoceánica y el Plan General de Uso, Conservación y Desarrollo del Canal fueron aprobados mediante la Ley 21 de julio de 1997. El primero, dedicado a la cuenca del Canal de Panamá, y el segundo, orientado a la administración de la antigua Zona del Canal; ambos diseñados para la producción y conservación hídrica.
Una nueva era
El Canal de Panamá acometió con éxito la ampliación del Canal con la construcción del tercer juego de esclusas. El Canal ampliado fue inaugurado en el año 2016, transformando la dinámica marítima mundial y las relaciones comerciales planetarias.
La operación del Canal, resultado del tránsito de barcos, viene entregando ingresos directos y crecientes al Tesoro Nacional, proveniente de los peajes, así como del resto de las fuentes de ingreso que entran a la economía vía contratación de bienes y servicios, así como de imposiciones fiscales. Para el año 2019 se acumuló un total de B/. 2,592 como ingresos directos por peaje. Sin embargo, mientras esto ocurre, las condiciones climáticas desfavorables que afectan el mundo también alcanzan a Panamá y a su Canal.
El país entero se ve afectado por la falta de agua para los procesos productivos y demandas sociales. Es por ello que se formula el Plan Nacional de Seguridad Hídrica 2015- 2050 como instrumento de política pública para garantizar el agua.
El Canal de Panamá tiene la tarea de analizar nuevas fuentes de agua que le permitan con éxito y sostenibilidad social y ambiental, el cumplimiento de la responsabilidad que tiene por ley.
En ese sentido, el administrador del Canal de Panamá, Ricaurte Vásquez Morales, ha declarado como prioridad la búsqueda de alternativas sostenibles y a largo plazo que permitan a la empresa cumplir con el mandato que recibe de todo los panameños. Las futuras alternativas de agua para garantizar el abastecimiento de la población, así como para la navegación son un tema clave para la nueva administración.
El desafío de hoy reta a fenómenos globales de variabilidad climática, de cambios en los centros de las economías mundiales, circunstancias que los panameños y Canal, asumen con optimismo, voluntad, ingenio, innovación y sobre todo con transparencia.